Las cataratas de Salto de la Bruja

Cataratas Salto de la Bruja

La región de San Martín

Después de dos meses en Lima, fue el llamado de la naturaleza lo que me llevó a la región de San Martín, en en el centro de la selva peruana, para realizar mi proyecto fotográfico. Esta zona me ofrecía una gran diversidad de paisajes, marcados por relieves impresionantes, y una flora y fauna endémicas de una riqueza extraordinaria pero amenazada por la deforestación. Fue esa mezcla, junto con el ambiente local, la calidez y generosidad de los peruanos, lo que me hizo querer quedarme más tiempo. ¿El resultado? ¡Cuatro meses en Tarapoto que pasaron volando! Debo confesar también que encontré una hospedaje en la calle Nuevo Paraíso, un nombre que realmente le hace justicia: es difícil irse de un lugar donde uno se siente tan bien. Gracias a Soffi, Ali y su familia (Shoffi’s House Backpackers Tarapoto).

Tarapoto también es una ciudad de paso para quienes desean llegar a Iquitos (ubicada a orillas del Amazonas) sin tomar un vuelo directo desde la capital.

Llegué en plena temporada de lluvias, lo cual me recordó un poco al clima de Bretaña… aunque con un promedio de 30 °C. Hoy quiero llevarlos por la carretera de Tarapoto a Yurimaguas, a descubrir las cataratas de Salto de la Bruja.

No es fácil elegir qué catarata visitar en esta región: hay al norte, al sur, al este y al oeste de Tarapoto, ¡tanta belleza que uno no sabe por dónde empezar! Menos visitada que la catarata Ahuashiyacu (que está más cerca de la ciudad), Salto de la Bruja me dio la oportunidad de fotografiar el lugar sin ningún bañista a la vista.

Me llamó la atención por otra razón: se trata de un conjunto de cataratas accesibles a través de una caminata agradable. Solo hay un pequeño tramo al final donde se necesita subir unos metros con la ayuda de una cuerda para llegar a una poza de agua turquesa, pero es una parte fácil y apta para todos. Poder bañarse en esas aguas cristalinas de color de ensueño es una experiencia inolvidable que recomiendo mucho si visitan la región.

Algunos datos prácticos:

  • Lo ideal es ir por el día (el trayecto en mototaxi desde Tarapoto dura aproximadamente 1 hora).
  • La entrada cuesta 10 soles por persona.
  • Desde Tarapoto, lo más práctico es contratar un mototaxi por el día, por unos 100 soles.
  • Llevar una casaca ligera si ya te has acostumbrado al calor de Tarapoto.
  • Se puede llevar sándwiches para comer allá o parar en el camino en alguno de los pequeños restaurantes conocidos como “menu” (ahí te servirán platos típicos de pollo, pescado y, sobre todo, sopa de gallina).

La ruta de Tarapoto a Yurimaguas y el almuerzo

La entrada al sitio se encuentra aproximadamente a una hora de Tarapoto, entre la cuenca amazónica (conocida localmente como selva baja) y los primeros contrafuertes de la cordillera, en lo que aquí se llama selva alta, también conocida como «bosque de neblina». Y el nombre le queda perfecto: lo comprobé en varias ocasiones. Apenas veinte minutos después de salir de Tarapoto, la carretera empieza a subir poco a poco… y la selva cambia de rostro.

Aquí, el bosque se eleva, las hojas brillan de humedad y los cerros se pierden a veces entre las nubes. En más de una ocasión, me encontré envuelto por densos bancos de neblina en cuestión de minutos, especialmente en el mirador El Mono y la Gata, que está escondido entre las montañas.

Vista desde el mirador El Mono y la Gata

Es una Zona de Conservación Regional Cordillera Escalera. La naturaleza aquí es exuberante, tropical, y los paisajes son realmente impresionantes. Incluso al salir de la ciudad ya se puede disfrutar de dos hermosas cataratas que se ven desde el Mirador Alto Ahuashiyacu.

Vista desde el mirador Alto Ahuashiyacu

Algunos cerros en la zona alcanzan los 1400 metros sobre el nivel del mar, pero no se preocupen: las cataratas de Salto de la Bruja están entre los 500 y 700 metros de altitud. Se encuentran en una selva accesible, refrescante y perfecta para una excursión de un solo día.

La llegada y la visita

Llegar poco después de la apertura es lo ideal, ya que es el momento en que hay menos visitantes. Serás recibido por un árbol de raíces espectaculares, digno de la selva de San Martin. El aire es puro, el ambiente fresco, pero lo que siempre me impacta al llegar a este tipo de entorno son los olores de la vegetación, el zumbido de los insectos (especialmente las cigarras), el canto de los pájaros, el croar de algunas ranas y, poco a poco, el rugido de la catarata que se hace más fuerte mientras uno se acerca.

La conexión con la naturaleza es total para quien se toma el tiempo de observar. Se pueden ver muchas hormigas de distintos tamaños y formas, así como arañas en pequeñas cavidades al borde del camino. Incluso, con suerte, podrías ver las patas de una tarántula. La caminata continúa bajo una vegetación densa, conservada gracias a la protección del lugar.

Heliconiaceae, una flor que no pasa desapercibida por su color llamativo
Lianas típicas de la selva, la más conocida siendo la Ayahuasca

La ruta avanza y por fin se vislumbra la primera catarata, un poco más abajo. Al bajar las escaleras, empieza la magia del lugar: puedes bañarte en aguas de un verde turquesa increíble.

Hay que seguir subiendo para llegar a la segunda catarata, más pequeña, pero aprovecho ese momento para detenerme y fotografiar la fauna, igual de misteriosa: una oruga intrigante, las míticas hormigas cargando hojas más grandes que ellas o las famosas dendrobates, esas pequeñas ranas típicas de Sudamérica.

Lymantria
Acromyrmex
Hyloxalus nexipus

Sigo explorando y me encuentro con un árbol de raíces sorprendentes, que localmente se llama Cashapona. Tiene la fama de «caminar» gracias a sus raíces rectas y alargadas, lo cual nos hace reflexionar sobre la magia del lugar…

A medida que avanzo, los acantilados se elevan a mi alrededor, cubiertos de helechos colgantes, como si caminara dentro de una película fantástica.

Tras una subida progresiva entre la vegetación exuberante, el sendero de pronto se abre, y finalmente llego a la catarata más grande. Frente a mí, el agua clara deja ver una especie de playa de arena al pie de una caída de agua de 25 metros, que se lanza desde una pared rocosa.

La playa de Salto de la Bruja

En este punto, es necesario escalar con la ayuda de unas cuerdas instaladas para alcanzar la parte más alta del recorrido. Una vez arriba, se descubre una poza de agua turquesa, algo fría, pero es casi imposible resistirse al baño.

Es también el momento ideal para hablar del origen del nombre «Salto de la Bruja», el salto de la bruja. Se dice que la historia remonta a una curandera del pueblo de Lamas, que solía venir a esta catarata para bañarse y lavar su ropa. Expresaba su alegría saltando de una roca a otra, provocando grandes salpicaduras de agua y sonidos fuertes.

Los cazadores y viajeros de la zona contaban que se podían escuchar esas salpicaduras desde el valle, y así fue como empezaron a llamar este lugar «El Salto de la Bruja».

Lago Turquesa

Si tú también has escuchado alguna historia sobre esta catarata, o tal vez hasta el rugido de la bruja, ¡déjame un comentario en este artículo!

No dudes en contactarme directamente si deseas más información sobre este lugar o sobre esta catarata, y te invito a visitar mi galería en la página “Selva” del sitio.

Gracias a Diego y Jean Christophe por la identificación de las especies.

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